domingo, 8 de marzo de 2015

Uno de estos días


(Dic/2010/ Durania N.de S.)
Vestigios de Hacienda cafetera de principios de siglo pasado
 Ayer no me dijiste que tuviera un buen día y lo necesitaba, no sabes cuanto lo necesitaba...
Y mañana que empiece de nuevo la jornada de mi trabajo sin fin, cuando el tiempo no me alcance entre nuestra casa y la oficina, o entre las tareas del hogar, la escuela de los niños, las compras en el mercado, la costura de la ropa rota y la limpieza de la mansión de los patrones, también lo necesitaré.
Una semana hace que desvelo por la fiebre imparable de clarita pero yo sonrío a los otros tres bebés para que no descubran en el miedo de mis ojos el no saber que hacer cuando su discapacidad no me deje argumentos para avanzar; pero al amanecer de todos esos días tampoco me dijiste que tengas un buen día.
Llevo años robándole a hurtadillas las sonrisas a quienes recorren los pasillos de los centros comerciales divertidos por sus compras mientras con sus pies me roban la dignidad que se desliza por el piso al ritmo en que el trapero hace lo propio entre mis manos temblorosas;
Y mientras observo que salen con un helado en su mano, con sus abrigos costosos, con su arrogancia erguida y oliendo a finos perfumes yo lo único que espero es que al llegar a casa, en una de estas madrugadas, tu me digas, que tengas un buen día.

Y aunque no ha sido desde siempre que no he tenido un buen día, porque aun recuerdo mi alegría confeccionando vestidos a la muñeca de trapo que me regalo mi madre, y jugando a la cocina o "al papa y a la mama" mientras cuidaba hermanitos que crecían tras de mi, para que nunca olvidara cual seria mi rol de adulta, desde que mamá partió para siempre no he tenido otro ser que me desee, sin esperar que haya una ocasión especial, que yo tenga buen día.
Vengo labrando la tierra y llevando los niños a cuestas desde tiempo inmemorable, mucho mas años de los que mi arrugada piel aparenta; todos empiezan igual, antes de que el sol despierte y terminan cuando se alza la luna allá en el firmamento donde viven mis sueños; y para que me vaya bien en cada uno de mis días y también con la cosecha, soy yo quien se dice a si misma, cada vez que abro mis ojos, 'María que tengas un muy buen día'.
Pasan y pasan los días y la rutina no para como no paran los sueños, y me esfuerzo en el estudio y lo mismo en el trabajo para conseguir curules que demuestren mis talentos; le hago lobby a este otro doctor y a su lánguida asistente para conseguir el puesto con méritos de academia pero mi falda tan larga y mi actitud desafiante me han descalificado de este puesto nuevamente, pero con mi frente en alto y todos mis conocimientos tomo el pasillo de regreso y me digo para adentro, mañana será otro día ya llegará mi momento.
No he dejado de orar en la casa o en la iglesia porque según las costumbres así son las cosas correctas, pero por mas que me esfuerce siempre hay algo que molesta y que los rezos que hago no han podido evitar; el pandillero fumando en la esquina, el hambre en la panza del mendigo en del callejón, mis vecinos sin empleo , o mi propia dignidad perdida en la oscuridad cuando esos desconocidos se la quisieron robar; así he vuelto a amanecer una y otra vez y me me dado ánimo sin terapias costosas para seguir adelante, porque simplemente me he dicho que este día será mejor que ayer.
El amor lo he vivenciado de tantas maneras que aún no alcanzo a comprender porqué hay que hacerlo cuando está ahí para vivirlo, sentirlo, entregarlo, compartirlo, disfrutarlo. Lo he reído y también lo he llorado; cuando él se aleja, cuando nacen tus hijos,cuando se enferman y cuando se van lejos, cuando tus amigos parten a mejores días o cuando tu madre muere.
No entiendo cuando alguien por amor te hace sufrir o cuando por él eres capaz a de sacrificar hasta tu propia felicidad, cuando lo dejas todo por seguir a alguien, cuando primero están todos los demás antes que tus prioridades; por amor puedes de ser siempre la última después de todos y todo porque sólo basta ser mujer para tener la templanza de soportar mientras comprendes todo aquello que puedes alcanzar sin necesidad de que nadie te diga que tengas un buen día hoy.

No es preciso que me compres chocolates, ni que me llenes de rosas, ni que cambiemos la cena que preparemos en casa por una de algún fino restaurante; ni compres la lavadora que tanto necesitamos solo porque el calendario te obliga a aparentar que este debe ser un día especial; solo necesitaré un abrazo certero, un te quiero espontáneo y una mano constante que comparta las tareas y las responsabilidades; un compañero sencillo que quiera, ame y proteja a esta mujer que nunca se da tregua porque jamás tiene en en mente que hay un día especial cuando todos para ella tiene en igual importancia.
Parece que fuésemos muchas las protagonistas de esta historia, pero en el fondo somos una sola porque nuestras verdades y realidades en nada nos diferencian como no se diferencia un día con el otro. 
Y yo solo sigo pensando que uno de estos días cualquiera tu me digas "que disfrutes este día y que tengas días mejores".

Hoy no vamos a celebrar porque se celebra viviendo a cada minuto y asumiendo las tareas y acciones que cada una tenemos; solo es menester no olvidar y tener presente que en un día como hoy otras mujeres valientes asumieron su rol sin importar consecuencias, abrieron caminos y cerraron algunas brechas a costa de sus propias vidas para que hoy nuestro presente sea menos indigno.
Hoy no vamos a celebrar, vamos a conmemorar como mejor sabemos hacerlo, caminando sin parar pero con paso de hierro para que quede la huella en donde siempre pisemos.
(Nadia-marzo/2015)

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