jueves, 5 de marzo de 2015

No mas indiferencia



Por una buena causa usurpé algunas fotografías del álbum de un gran amigo para tratar de demostrarle al Gobierno y al resto de la patria que el Catatumbo es mucho más que violencia y que esta tierra Tibuyana, donde se concentra desde hace más de un mes una protesta de cientos de campesinos que han visto vulnerados sus derechos por el abandono sistemático del estado, es mucho más que una tierra de nadie, que un semillero violencia, es mucho más que la estigmatizada “Zona Roja” del Nor-oriente colombiano, es mucho más que el pedazo de territorio que por décadas se han querido disputar toda clase de vándalos para alzarse con el liderazgo del narcotráfico que fue creciendo a la par del abandono de los jefes de Estado y sus ministerios. 

Tan solo me asiste para mi robo una pequeña razón que espero sea suficiente en mi defensa a la hora de ser juzgada por el propietario de estos tesoros; mi propósito no es otro que demostrar que así como Como en Bogotá, en Cali, en Medellín o en Bucaramanga; que así como en todas las grandes ciudades del país, en el Catatumbo - que se ha constituido en el crisol de la colombianidad por haber sido colonizada por gentes de todo el territorio nacional que llegaron allí al calor de la exploración petrolera desde las décadas del 40 y 50 y se quedaron - también habitan seres humanos que a pesar de sus continuas problemáticas siempre tienen una cara amable para mostrar al mundo y tantas aspiraciones de desarrollo y amor por la patria como cualquier otro colombiano. 
Porque en esta hermosa región la gente no se reúne solo para hacer protesta y para bloquear vías o para generar desidia del Gobierno con sus peticiones; porque allí también hay sano esparcimiento, hay religiosidad, hay cultura, hay folclor pero por sobre todo AMOR A LA PATRIA. "Todos somos Colombia", esta típica frase será cierta, o solo cuando nos conviene sentirnos orgullosos y patrióticos con el triunfo de nuestros deportistas que nos recuerdan de una manera tan humilde el valor inconmensurable de ser Colombianos. Parece que de continuo olvidamos todos esos valores que justamente nos definen como tal, como la humildad en medio de la abundancia, como la familiaridad en medio de la orfandad, como la solidaridad en medio de la desprotección. QUE PASA CON TANTA INDIFERENCIA SEÑORES DEL GOBIERNO Y SEÑORES PARLAMENTARIOS....¿acaso es que cuando necesitaron escalar posiciones no acudieron también al Catatumbo a pelearse por los pocos, pero importantes votos que les hicieran sumar un escaño y sentarse en las curules en que hoy se encuentran? INDIFERENCIA que también nos toca al resto de connacionales, porque de costumbre tan solo nos importa lo que afecte nuestro bolsillo, nuestra salud y nuestra tranquilidad y sólo sentamos nuestra voz de protesta en el instante tal que nos suceda. 

Por lo demás somos incapaces de sumarnos, aunque sea con un mensaje en cualquiera de las redes sociales, en las que nos ufanamos de estar muy a la moda pero que muy poco sabemos aprovechar como se deben. La piel se me erizo y la emoción me invadió al escuchar la voz de este sencillo cantador de las verdades y realidades del Catatumbo que acompaña este vídeo; tanto como cuando escuché el primer grito de mi hija mayor, aquella madrugada del 30 de octubre de 1993 apenas salió de mi vientre al darla a la luz de la vida en la Finca El Porvenir, del km 23 que de Tibú conduce a La Gabarra (en pleno Catatumbo). Una de las muchas razones por las cuales me siento tan orgullosa de ser Tibuyana, aunque haya nacido en Bogotá. Por eso es que no soy de aquí, ni soy de allá........sencillamente porque me siento muy orgullosa de ser Colombiana. 


No solo por respeto a mi amigo Martín Martínez, sino para que quienes deseen dar una mirada más amplia de lo que trato de describir, es que cito los link de donde tome las fotos que acompañan estas letras (a propósito del paro campesino de 2014 en la zona del Catatumbo)



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