miércoles, 11 de marzo de 2015

Fallon y Silva en mis recuerdos

'A tu mirada suspendido el viento,Ni árbol ni flor en el Desierto agita: No hay en los seres voz ni movimiento; El corazón del mundo no palpita.' (*)
Apenas vi su nombre y apellido impreso en la lista de autores de esta deliciosa antología, sus versos empezaron a dibujárseme en la mente; una ráfaga de memorias olvidadas que me posicionaron casi 30 años atrás de mi presente y me dejaron una sensación indescriptible; recordarme declamando - en compañía - su mejor poema a mi entender, La Luna, me trajo con Diego Fallan esta noche una inmensa alegría que hacía tiempo no me regalaba; sus 30 versos a mi edad corta así lo ameritaban para que la tarea no se hiciera una agonía al probarnos por primeras veces ante el público, que no era más que los restantes 30 alumnos de nuestra clase. 
A través de estos versos evoqué a José Luis, mi compañero poeta, o quien quería serlo y que a sus escasos 11 años declamaba los nocturnos de Silva con tal maestría que no pude resistirme a dejarme seducir por por ellos y guardar en mi corazón por siempre sus letras. Ese año, mientras nos anunciaban para el próximo la llegada del Santo Padre desde Roma, mi vena artística se debatía entre la escritura y la danza, con la que muy posiblemente podría presentarme ante su Santidad cuando viniera; no supe quien ganó porque seguí enredando mis letras aunque los ritmos autóctonos de nuestra patria también seducían a mi cuerpo a tal punto que me dedique a danzarlos. Tantas imágenes condensadas, tantas memorias archivadas en mi baúl de los recuerdos han venido a mi esta noche de luna, todavía llena que aun no llega a su menguante en este marzo de verano intenso y que rinde homenaje a Fallan y sus frases que un día conjugó para ella.

(*) estrofa 17 de las 30 que componen La Luna de Diego Fallon

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