miércoles, 4 de marzo de 2015

EXISTENCIA


Y busque infructuosamente en mi improvisado baúl de los recuerdos, que se limita a cuatro cajas de cartón encarriladas en una esquina de mi sala en las que sólo quedan -después de una y mil depuraciones obligadas por la vida nómada a que nos hemos sometido- algunas docenas de fotos, tres o cinco piedras "preciosas", una pelota amarilla del campo de Golf de Tibu, mi vieja brújula, dos o tres tarjetas y cientos de documentos los cuales rara vez recuerdo que los tengo; pero en fin me sumergí tratando de buscar algo que estaba segura nunca encontraría; pero era justo allí a donde mi nostalgia me obligaba a ir para desempolvar o quizá para reorganizar en mi presente todos los sentimientos que conjugaste tú, mujer hermosa, nuestra querida Doña Esther de Giraldo; iba en busca de unos viejos casset donde papá te grabo algunas canciones por allá en los años 80's para que el mundo un día, si partías, no olvidara esa voz de ensueño que prefirió ser la de esposa y madre antes que la de una gran artista con un futuro promisorio, porque el amor, en cuerpo de Leonel Giraldo, te conquisto con más peso que el mundo del micrófono y del escenario. 
Quise erróneamente en esa voz evocar todos los recuerdos propios y heredados por mis padres, que como cientos de personas te adoraban; y no fue necesario encontrar esa copia fiel de tu impresionante talento porque con sólo una foto, en la que irónicamente no apareces, tuve suficiente para hilar la importancia de tu vida en la mía y la de mi familia; estaba ahí de frente viendo la imagen que condensó el sublime matrimonio de mis padres por allá en 1970 y recordé como una ráfaga cuan cómplice fuiste en ese hecho y por lo tanto que eras tan autora de mi existencia y la de mis hermanas; lo sabía porque mi padre nos contaba cada cierto tiempo, lleno de tanto cariño por ti, que después de adoptarlo casi como un hijo fuiste tú quien actuó como cupido para que enamorarás a la bella de mi madre y le impulsaste para que sin un centavo en el bolsillo se atreviera a pedirle matrimonio; el resto es todo historia patria y ya tengo 40 años recordándola: que fuiste su cómplice asesora, que fuiste su modista predilecta para preparar su ajuar de novia, que fuiste su madrina...y todo eso estaba condensado en esa foto que me recordaba que te convertiste entonces también en nuestra abuela y a cada oportunidad que nos quedaba era allá, a tu gran casa en Agua Clara, donde llegábamos a recibir tu abrazo, a disfrutar de tu sonrisa y de esa imagen de matrona como las de los cuentos de nuestro Gabo; pero hasta aquí sólo he hablado de lo que a mi concierne y de manera un poco egoísta he tomado tu presencia en nuestra vida como si fueras exclusiva; sin embargo lo que te hizo grande, amada y apreciada por cientos y quizá por miles de personas fue esa personalidad que a simple vista parecía introvertida pero que albergaba a una mujer sabía y jovial que siempre guardaba en su haber un preciso consejo para dar. Sólo oír tu voz ya era todo un acontecimiento, al que tantas personas asistían a diario.   Creo que ese don de ser "mamá de todos" fue el que hizo que la vida sólo te diera un hijo de tu vientre, porque hubo tantos adoptados que fueron suficientes para hacer generaciones de nietos y biznietos, que como mis hijas heredaron un amor profundo por ti. Saber que has partido nos deja un desasosiego y una tranquilidad inexplicable al mismo tiempo. No sabríamos como evocar nuestras vidas sin situarnos al menos por un instante contigo allá en Agua Clara, tierra que te adoptó y que adoptaste después de dejar tu amado Valle. Allí donde creció tu amado hijo Leonelcito, la luz de tus ojos y el soporte de tu vida entera en todo aquello que se llama sentimientos; allí donde adoptaste también a tu sobrina Rubí que consagró su vida entera a acompañarte a quererte y a prodigar te los cuidados necesarios para que nunca te faltara el calor de hogar que poco a poco se fue quedando más sólo.    Allí donde pasaste los mejores años de tu vida, donde conjugaste la palabra amar de una y mil formas y donde sacaste la garra de súper heroína para seguir adelante con tu diario trasegar tras la inevitable partida del hombre de tu vida; allí donde hoy todos te recuerdan y dan el último adiós a tu cuerpo porque tu alma amorosa ha volado en mil pedazos y como el pan y los peces se ha multiplicado para que a todos los que te amamos nos tocara un poco de ella... Ahora, al ver por enésima vez el vestido nupcial de mi madre - que aún guardo con recelo - busco en cada figura de su blonda y en ese color verde azul ya desteñido por los años una puntada que te vuelva a unir con la figura de mi madre que se te adelantó un cuarto de siglo en el desconocido imaginario de la eternidad sólo para asegurarte el mejor de los puestos en el cielo de los recuerdos donde el resto de nosotros las mantendremos vivas para siempre hasta que nuestra propia existencia pase a ser efímera...
(Nadia-2014)



En el Bautizo de mi hermanita Katia (centro de vestido Blanco)
 De izq a der. Ester de Giraldo (+), Leonel Giraldo (+) Elkin López,
Prbto.William de Jesús Vanegas, Katia,
Gloria Amparo Rodriguez y Gloria Palacio Ochoa




No hay comentarios:

Publicar un comentario