Me deje desnudar por tu voz y te sentí rozándome en mis
sueños, acariciabas todos mis pensamientos y me extasiabas con tu más íntimos
deseos.
Y mientras mi negativa permanente batallaba contra tu si tan
insistente mis propios deseos libraban una batalla interior contra el orden
establecido de los comportamientos.
La música rondaba en el ambiente por una serenata que nunca
tuvo fin, acordes que franquearon las más hondas fibras de nuestros tímidos
cuerpos dejándolos servidos al deseo y el placer.
Al fin nos entregamos sin reserva cuando el sol lleno de
envidia le robaba su última luz a la luna.
Cóctel de poesía de embrujo y seducción que logró su
objetivo y dejo un sinsabor de saberte tan lejos, hasta un nuevo amanecer
donde quizá sólo en sueños te vuelva a
poseer. (Nadia 2014)