EL DILEMA DE LA FELICIDAD
Cada
noche me sumerjo entre las sábanas de mis ilusiones queriendo encontrar ese
sueño reparador para mi cuerpo agotado por una jornada más, sin embargo la
inevitable compañía de mis desvelos no me abandona y se vuelve una constante;
no me rebelo a esta realidad comprendiendo que tal vez lo inusual sería
recostarme y no volver a despertar hasta que el sol se vuelva a levantar. Será
una condición heredada o sólo una costumbre? la respuesta se hace simple al
entender que cada vez hay un motivo diferente que se hace una ocasión o
simplemente se convierte en el lugar de encuentro más privado que tengo con mis
pensamientos y con mi corazón; es el momento justo para asimilar mis tristezas,
asumir mis realidades y seguir tejiendo esperanzas de no alejarme nunca más de
la felicidad. Pero será egoísta acaso ser feliz cuando amigos o allegados pasan
por momentos de dolor? Otra pregunta que me ronda algunas madrugadas después de
asimilar la partida inevitable de gente tan querida que no se olvidar y
entonces me debato entre llorar o escribir como usualmente hago para desahogar
las emociones que no puedo controlar. Y no es que el dolor se me haya vuelto
ajeno, más bien lo he sentido tan cerca y me ha lastimado ya tanto que mi alma
se apega de manera egoísta a la felicidad y mi razón cada vez con más
determinación refuerza más esa verdad; no hay egoísmo cuando tu actitud puede
proporcionar un poco de equilibrio a quien se quiere debatir por la tristeza o
la desesperanza lo quiere cobijar; ser ese polo a tierra para decir que no
existen las desgracias sino un simple devenir de circunstancias que casi nunca
podemos modificar; la felicidad jamás será sinónimo de indiferencia porque si
se lleva impresa en el corazón de una manera auténtica se vuelve terapia de sanación para el que esté falto de un consuelo diferente al de prestar tu
hombro para llorar; y aunque no hay reproche en las lágrimas que son son ruta
de escape de la infelicidad no debe ser costumbre algo que casi siempre hace
mal; ellas refuerzan la tristeza que impide mirar con claridad todo el camino
que aún queda por andar. En el llorar no debe haber vergüenza, hay que dejar
correr las lágrimas cuando el sentimiento dice que ya no puede más y cuando
depurar cuerpo y alma se hace urgente antes de volver a comenzar. Lo hice
conmigo y me costó mucho descubrir que pude convertirme en un imán que atraía
por sí mismo la infelicidad; fue un proceso largo y tortuoso, un batallar
interno que me costó un mar de lágrimas del que puede salir victoriosa a la
otra orilla dejando atrás el naufragio de mi infelicidad...he caminado entonces
descalza por la arena, desnuda de mis penas y me he vestido de nuevo, esta vez
de luz y de energía para que nada me vuelva a lastimar y para poder comprender
que la felicidad no se busca porque ella te encuentra en la medida que te
busques a ti mismo en lo más profundo de tu intimidad como cuando te desvelas y
no lo puedes explicar.
Inspirador ^_^
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ResponderEliminarMe encanta tu escritura, tu pensamiento y tus sentimientos, gracias Nadia, te felicito por ese don que tienes, espero poder deleitar más de tu poesía, Dios te bendiga y te dé mucha vida para que puedas llevar a cabo tus sueños, ver cumplidas tus metas, y encuentres tu Felicidad, recuerda que “si lo que pensamos, decimos y hacemos está en armonía (Gandhi) encontraremos la felicidad en nuestro interior, ya que es allí donde la vamos a encontrar como un premio a nuestras acciones (Dalai Lama). Un abrazo !!!
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